viernes, 16 de marzo de 2012

De la gente como uno y de la infamia

En esta semana se dio un suceso, a mi parecer, bastante cómico. La candidata a Presidente de la República (sí, presidente, no presidenta, la raíz latina -ente nos indica que es una palabra sin género, pues se refiere al que realiza la acción, verbigracia, el que realiza la acción: accionante, la comisión: comitente, y así) por el PAN, Josefina Vázquez Mota, se reunió con estudiantes del ITAM. Ese instituto tecnológico al que sólo ingresa (¿y egresa también?) la clase alta de la sociedad mexicana.
Pues bueno, a la señora se le ocurrió decir que ella había egresado de la Ibero (Universidad Iberoamericana). Otra institución superior reconocida por cobrar colegiaturas bastante inasequibles para el común de la población, incluida la clase media. Lo malo no fue eso. Remató su frase con otra, como dije, bastante cómica: "Bueno, es que no soy perfecta". Eso provocó las risas de los estudiantes, al menos de algunos.
Lo relevante acá es que precisamente en estos días he terminado de leer el último libro (hasta donde sé) de Héctor Zagal, titulado Gente como uno. Esta obra relata lo que sucede durante la navidad de una de las familias más ricas y prestigiosas de México, obviamente, imaginaria: los Raed Bucareli de Otranto y Santiago Calimay. No sólo eso, sino que retrata a la clase alta mexicana. Le muestra a quienes no tenemos idea de lo que hacen los Slim, los Hernández (Roberto Hernández, dueño de Banamex, y familia), los Salinas Pliego, los Azcárraga, cómo son en realidad estos aparentemente buenos católicos. Racistas, clasistas, cínicos, traficantes de influencias y de mujeres, agiotistas, etcétera.
Hasta este punto, tal vez puedan preguntarse ¿qué tiene que ver una cosa con la otra? Pues precisamente que  Vázquez Mota nos ha mostrado su lado Raed Bucareli de Otranto y Santiago Calimay. "Yo estudié en la Ibero. No soy perfecta" es una frase que puede tener varias aristas. Desglosemos algunos silogismos:
Como estudié en la Ibero, no soy perfecta, ergo, todo aquel que estudia en la Ibero no puede aspirar a mayor mediocridad que la suya. Se pone más grave. Todo aquel que haya estudiado en una universidad de "menor prestigio" que la Ibero es, básicamente, inferior. ¿Acaso quiso decir que los del ITAM representan la perfección de nuestra sociedad? ¿Quizá se refirió a que los del ITAM son, como decía Macarena de Otranto y Santiago Calimay, gente como uno? Gente bien, vamos. Gente inteligente, bella, con quien se puede convivir, a quien se puede saludar sin correr a lavarse las manos, a quien puedes abrazar sin sentir "asquito".
Una vez más, un candidato del PAN demuestra su arrogancia, pero sobre todo, su visión reducida de México. Esa "gente perfecta" del ITAM representa menos del 2% de la población nacional y sin embargo, para Josefina, parece que representan lo bueno del país, lo único bueno de entre 110 millones de habitantes. Imaginen cómo va a tratar a toda la escoria que somos los que no estudiamos en aquel instituto si es que llega a ganar (¿o arrebatar?) la presidencia.

En otras infamias, ¿recuerdan lo que escribí sobre una tal Cristina Alarcón? Una simple secretaria administrativa que en un mes recibió tres nombramientos dentro del Tribunal Superior de Justicia de Guerrero: como directora de Finanzas y Administración, como directora del Comité de Adquisiciones, y como Secretaria de Acuerdos de Juzgado de Primera Instancia. La nueva del clan que dirige este maltrecho tribunal es la siguiente:
Ayer, por la mañana, se inauguró el nuevo juzgado familiar en el que fungiría como secretaria de acuerdos la aún directora de finanzas y administración, y del comité de adquisiciones; sin embargo, como ya lo habrán de suponer, la señora no iba a dejar sus cargos de primer nivel donde impone su sacrosanta voluntad para exiliarse en un simple juzgado a las "órdenes" de una juez con indicios de aparente inestabilidad emocional.
Hasta ahí parece normal la cosa, ¿no creen? Normal es la palabra más absurda que he utilizado para describir esa infamia, pero, es sólo para crear expectativa en el preámbulo. Lo relevante (y el colmo de la sinvergonzada) es que, con todo y su placa con nombre y cargo -lustradísima por cierto- colocada como espada de Damocles sobre el cénit de la silla que ocuparía, la señora tuvo el descaro de solicitar licencia hasta el fin del año judicial, esperando, seguramente que el presidente, su amigo, sea ratificado en el cargo (esta vez por tres años consecutivos de acuerdo a la última reforma a la Ley Orgánica del Poder Judicial de Guerrero) y así seguir la fiesta.
Puede pensarse aquí que estuvo bien que solicitara licencia, así le da oportunidad a otro para que realice, aunque interinamente, la importante función secretarial. El colmo de la infamia viene cuando la persona nombrada para quedarse hasta mayo como secretario de acuerdos es nada más y nada menos que: la prima de la señora. Cero experiencia judicial. Apenas 2 años como administrativa. Para que me voy tan lejos y me extiendo a menoscabar su profesión, la mayoría de los que la conocemos de vista nos hicimos la misma pregunta: ¿a poco es abogada?
Les contaría de los chismes de corazón y enredos que hay entre la voluptuosa señora que quedó en lugar de la prima y el secretario proyectista sobrino del presidente, pero esas ya son intimidades. Y a ustedes de seguro eso no les interesa.

lunes, 12 de marzo de 2012

Reflexiones campechanas

POLÍTICA DE PANZAZO
Al querer iniciar a escribir, rondaban en mi mente tres tópicos para el blog: el documental "de panzazo", elecciones presidenciales y cuestiones sentimentales propias… pero mi intención no era profundizar en grado científico (como si en el último se pudiera) ninguno de ellos; así que al presente le llamaré algo así como “reflexiones campechanas”, el tema de política lo redacté de esa forma para ver si aunque sea para que me corrijan comentan algo, o lo que es lo mismo, “lo escrito a continuación no comparte la ideología ni del autor mismo…
Desde el año pasado cuando vi los cortos del documental del periodista, endiosado por muchos, de apellido Loret de Mola, inmediatamente identifiqué que era de esos productos mal terminados de telerrisa, cuestionado fuertemente por el coautor de este espacio, al decirme que fueron juicios a priori esperé simplemente que estuviera en taquillas para confirmar en aquel entonces mi sentencia: “¡es basura!” (Si Álvaro Cueva y Jairo Calixto emiten juicios de valor sobre temas que desconocen, y todavía les pagan, por qué yo no podré hacer lo mismo) #anyway, más aun relacionándolo con la noticia de que el PRI se desligaba del PANAL, no hay que ser un genio para deducir lo tendencioso que iba a ser,  como si se necesitara un documental para darse cuenta que la educación en México está por lo suelos y que en parte es culpa del sindicato presidido por "Elmonsther Gordillo". Lo que si aconteció, a posteriori, es que me quedé corto con los “calificativos para descalificar” dicho documental, que según analistas reconocidos es: “El único documental en la historia donde el investigador pretende (porque no lo logra) ser la estrella…” resaltando la inocencia (por no decir pendejez) del citado Loret, cada quien tendrá su juicio y es respetable. ¿Qué si ya la vi? ¡No, gracias! Tengo mejores cosas en que perder el tiempo…El contexto y trasfondo político del documental es tan evidente que ni lo voy a mencionar (jajaja)
#HayAlgoQueNoTodosSaben Existe un acuerdo que data desde la expropiación petrolera en donde México se comprometió a no desarrollar tecnología por los siguientes 100 años, a poco nunca les ha hecho extraño que hasta los españoles producen automóviles y México no, además según la Teoría de la Conspiración "a los poderosos les conviene que la educación sea deficiente" Jajaja como si los hijos de "los poderosos" fueran muy letrados.
Sin duda alguna un tema que siempre da de qué hablar, más aun cuando la elección presidencial se avecina, y no quiero caer en los clichés comunes que rodean este tema, partiendo de la premisa de que “en la política, religión y fútbol nunca nos pondremos de acuerdo” la siguiente es mi sui generis, adaptada e incipiente opinión.
No es una novedad que la política esté abaratada y corrompida, conforme las personas crecen piensan que se dan cuenta de la realidad. Recuerdo a mi madre que decía “si tuviera que elegir a alguien para gobernar sería a tu papá, porque es el único que me resuelve mis problemas” ¿se los explico? Palabras más, palabras menos, a un político le importa poco o nada el famoso “bien común”, el cual a lo largo del tiempo transformaron y perfeccionaron como “interés común” (de ellos obvio);  siempre están viendo la forma de hacer “bisnes” pero dije que no iba a profundizar, por lo menos en esta ocasión, simplemente un burdo ejemplo, para construir una calle necesitan material, el cual compran barato, inflan el precio de la obra y "ta-rán" (fanfarrias) tenemos en egresos una obra de 3 millones de pesos con una inversión real de 100 mil, mientras más grande es la obra más dinero se agandallan.
Me parece que la gente al momento de elegir al "preciso" no debe dejar de ver la forma, la institución que respalda, ahora resulta que ser izquierdista progresista es la leche (como dicen los españoles) porque se autonombran “progresistas” (que suenan más ridiculos que Shakira intentando cantar Nothing else matters), la génesis del termino deviene de los postulados del positivismo y a poco con decir eso ¿ya les llega el conocimiento por arte de magia? La plataforma cuarra del PRD es la misma, mencionando que hasta toman postulados del PRI. Para los que no saben, el tricolor como plataforma política se considera de centro izquierda, es decir, no son revoltosos necios, ni cerrados como el PRD, ni mochos retrógradas como los panistas (no quiero profundizar)…
Podrán decir lo que quieran pero el Acapulco de mi infancia era seguro y lo gobernaba el PRI…
Me gustaría poder desarrollar más el tema y compartírselos pero me da una huuueva de mi tamaño, tanto que ya ni escribiré cuestiones sentimentales, será en otra ocasión… morbosos!!

N. del corrector de estilo. Este post fue publicado por Marvelher, pero debido a su negligencia, se le olvidó su clave de acceso y lo tuve que publicar con mi cuenta.

jueves, 8 de marzo de 2012

Del caso Cassez y la teoría de la nulidad penal

De la situación de Florence Cassez he escuchado todo, por un lado: que cómo es posible que dejen en libertad a una secuestradora, que porque es francesa, que si Sarkozy presionó a la Corte, que nada más por el montaje de televisión, que la Corte es un asco, que el ministro lo hace para vengarse de Calderón porque no le aprobaron su proyecto sobre la inconstitucionalidad de los codigos penales que sancionan el aborto.
Por otra parte: que su liberación es una vergüenza para la justicia mexicana, que García Luna debe pagar los años de cárcel que no vivirá Cassez, que el ministro Zaldívar es el Messi de la Corte.
En fin, lo importante de destacar no es si Cassez es culpable o no. Si secuestró a esas personas, si les daba de comer, si les iba a cortar un dedo, o una oreja. La gran pregunta es: ¿Se vale sancionar penalmente a una persona en base a pruebas manipuladas, falseadas, ocultadas, fingidas? ¿De verdad se debe imponerle 60, 65, 70 años de prisión a alguien, aún cuando no existen, dentro del expediente, pruebas irrefutables que participó en el secuestro de tres personas? ¿Puede la Procuraduría, federal o de cualquier entidad, armar "investigaciones" en base a tortura, física, psicológica, sexual y que ello no sea inconveniente para condenar? ¿Se vale que te manden toda tu vida a la cárcel nada más porque en la tele dicen que "tú fuiste"?
Si contestó que sí a alguna de las anteriores preguntas, tiene dos opciones: dejar de leer, porque no le va a gustar lo que sigue; o continuar con la lectura y comparar su opinión con la mía.
Creo que escogió la segunda. Pues bien, imagine este panorama: Usted va en su automóvil conduciendo por cualquier avenida de su ciudad. Es de noche y sus acompañantes llevan unas cuantas copas encima. Se enfiestaron un poco. Usted contribuyó lo suficiente para al menos hacerse acreedor a una sanción administrativa. De repente, se encuentra un retén de la Policía Federal. Le piden que se detenga, se baje del carro. A uno de sus amigos le encuentran entre sus pertenencias, un envoltorio de droga. Cocaína, digamos. Uno de los policías le dice: "Ya se chingaron". Se los llevan detenidos a todos. Se llevan el carro. Usted no lo vuelve a ver. Pasa 24 horas en una bodega, a oscuras, solo. Sólo escucha golpes, gritos, lamentos, llanto. Todo, en el cuarto contiguo. Parece distinguir la voz de alguno de sus acompañantes. No está seguro qué pasa. No sabe cuándo le tocará a usted.
Por la mañana del tercer día, lo presentan ante  los reporteros de radio, internet y televisión. Usted y sus amigos son miembros del nuevo "brazo armado" del cártel más peligroso de su ciudad. Los paran detrás de unas cajas de madera que contienen armas, granadas, cartuchos útiles. Antes de llegar le dijeron: "ya oíste cómo le fue a tus compañeros, ay de ti si no cooperas, si te pones salsa ahorita, te va a ir peor". No sabe qué hacer. "Tú no digas nada" -le advirtieron.
Un año después, usted está en la cárcel. Desde que lo detuvieron ese día, no ha sentido la libertad. El secretario de acuerdos le leyó los puntos resolutivos del auto de formal prisión que le dictaron una semana después. Delincuencia organizada, posesión de narcóticos, portación de armas de uso exclusivo del Ejército. Los delitos que le imputan la Procuraduría y la sociedad son lapidarios.
A pesar que usted declaró que no sabía nada de la droga que traía su amigo, que no traía armas, que no pertenece a grupo delictivo alguno, que venía de una fiesta, que sí había tomado varios tragos, pero hasta ahí; el juez le dijo que no es creíble que no supiera que su amigo traía droga, que el parte de la autoridad es casi palabra de dios, porque no es posible que una autoridad mienta sobre el hallazgo de armas.
Durante el proceso, a expensas de todos sus ahorros, demostró que no fue puesto inmediatamente a disposición del Ministerio Público, que pasó mucho tiempo antes que le fuera tomada su declaración, que lo presentaron a la prensa sin antes informarle de sus derechos, que lo tuvieron incomunicado, aislado, que lo amedrentaron psicológicamente para que no hablara durante su exposición pública, que las armas tienen matrícula de la corporación policiaca que supuestamente se las aseguró.
No obstante, usted ya fue exhibido como criminal y miembro de la delincuencia organizada. Imagine usted qué juez le va a otorgar la libertad. Está resignado. Pasa lo evidente. Lo sentencian a 15 años de prisión (se la dejaron barata). Cuando por fin, un juez valiente lo escucha y advierte todas las violaciones a sus derechos fundamentales, la sociedad se indigna porque van a liberar a un delincuente. Hay quien llega al absurdo de ponderar que no lo liberen, que mejor le den un juicio justo donde se demuestre su culpabilidad. Como si pudiera ser justo un proceso encaminado única y exclusivamente a demostrar que usted culpable de lo que se le imputa.
¿Le cambió el panorama? ¿Cómo puedo saber yo que usted es culpable o no, si la autoridad hizo un cochinero? ¿Cómo puede ser juzgado dignamente si su imagen ha sido mancillada, si ya fue exhibido como delincuente, si la autoridad que se encarga de velar por el interés de la sociedad ya lo sentenció antes de presentarlo ante el juez? Verdad que no se puede.
El caso Cassez y la resolución de la Primera Sala de la Suprema Corte de Justicia de la Nación en el amparo directo en revisión 517/2011 serán fundamentales para sondear la opinión pública, tanto especializada como general, respecto de una figura jurídico procesal clave del "nuevo" sistema penal acusatorio y oral: la teoría de la nulidad.
Bajo esta figura, no puede valorarse siquiera, cualquier prueba que se haya obtenido con violación de derechos fundamentales. Usted puede ser el más cruento criminal del mundo, pero si la autoridad viola sus derechos fundamentales para obtener pruebas en su contra, éstas no podrán ser exhibidas en juicio. Verbigracia: usted vende droga. Sus vecinos lo saben, la policía lo sabe. Pero en lugar de pedir una orden judicial para meterse a su casa a buscar el narcótico, se les ocurre irrumpir a las tres de la mañana con un mega operativo. Le encuentran armas y droga por montones en un cuarto que fue construido como bodega. Lo presentan al juez, con todo y sus accesorios. Las drogas y las armas no pueden ser prueba en juicio. Y sin eso, no hay caso. El juez lo deja en libertad por falta de pruebas sobre su responsabilidad. ¡Pero ahí están las armas y la droga! No se desaparecieron. Están a la vista del juzgador. A la vista de todo México. Salieron en las noticias de López Doriga, de Alatorre, de Aristegui, del que quiera. Esa es la prueba más grande de nuestro flamante "nuevo" sistema penal. ¿Estamos listos para vivir en la legalidad o el hartazgo por la inseguridad nos hará regresar a la época inquisitorial? De nosotros depende. De nuestra visión.

miércoles, 7 de marzo de 2012

De cómo obtener tres cargos públicos en un mes y otro cuento de nunca acabar.

La historia de Cristina Alarcón


Ha de saber usted, querido lector, que en estos tiempos resulta harto complicado conseguir un trabajo bien remunerado. Uno que le dé los ingresos necesarios para obtener todos los satisfactores, no que siempre ha deseado, pero sí que le permiten vivir con comodidad y sin apuros.
Ahora, imagine usted, querido lector, que es un humilde administrativo dentro del Tribunal Superior de Justicia de su entidad. Un obrero más en la compleja colonia institucional a la que nos gusta denominar administración de justicia. 
De pronto, por azar del destino, la adscriben como secretaria de un magistrado en turno. Bueno, azar y el hecho que la titular nomás no quiere estar con el juzgador. Así que buscan a la más presentable de las administrativas que conforman a lo que nos gusta llamar ponencia. Aclaro, mismo salario, diferentes obligaciones.
Pareciera algo normal dentro del círculo en el que se desenvuelve el servicio público judicial. Un administrativo cambia de adscripción, de superior; aguanta ahí dos años, tres, quizá cuatro. La historia se pone buena, cuando a su magistrado, por obra y gracia del destino (mejor conocido en las entidades federativas como el gober en turno), lo nombran Presidente del Tribunal Superior de Justicia. Ahí torció la puerca el rabo.
Debe pensar usted, querido lector, que lo más normal del mundo es que el nuevo presidente forme su grupo de trabajo con los elementos a los que conoce y en quienes confía. Lo más normal. Lo interesante resulta cuando además de tener a su secretaria administrativa de costumbre, nombra como su secretario particular al esposo de la misma, quien baste decirlo, recibe una remuneración, digamos, holgada. Luego, después de nueve meses de administración, tiene "dificultades técnicas" con su flamante director de finanzas y administración. El señor (cuya reputación para la administración de recursos no es muy buena que digamos) pide una licencia y ¡zas! se viene el mejor mes de su vida.
En menos de un mes, querido lector, no sólo pasa de ser un obrero más de la colonia a ser nombrado  Director de Administración y Finanzas del Tribunal Superior de Justicia, sino que, por iniciativa de su presidente, el Consejo de la Judicatura se inventa un órgano "revisor" de la adquisición de bienes, conformado por los directores de las áreas afines y presidido, sí, ya lo adivinó, por la nueva directora de administración y finanzas. ¿Bono extra  por tener que desempeñar tan ardua labor de contraloría? Puede apostarlo.
Pero eso no es todo, como la presidencia del tribunal es un cargo efímero que puede terminar con el fin del año judicial (mayo) y con ello, los directores de áreas pondrían su cargo en el cadalso, ¿por qué no le aseguramos su futuro con el nombramiento de un cargo judicial? Digo, por si las dudas y no hay ratificación de presidente, o habiéndola, si hay reconciliación con su antiguo vasallo. Entonces, ¿por qué no creamos un nuevo juzgado familiar y lo adscribimos como secretario de acuerdos? No obstante que nunca antes ha fungido como actuario, que sería el cacareado primer escalón de la carrera judicial. Eso no importa. Usted ya  fue designado por el Pleno de su tribunal.
Ya ve usted, querido lector, como la vida es fácil cuando sirve a los poderosos. Cómo en un mes le cambió el destino. O se lo cambiaron. Y todavía en su nombramiento ad hoc, declara ante la prensa que su tribunal lo  ha forjado en su crecimiento profesional. Ay, querido lector, así es esta vida.
La señora no tiene la culpa. Ella ha hecho su trabajo. Lo malo es que en este ambiente, hay que ser de esta manera para alcanzar las metas (si es que éstas eran sus metas). El problema es que se sigue nombrando gente sin preparación, sin conocimiento, sin cultura, sin vergüenza, sin dignidad. Nadie se preocupa por ver si el tipo al que le estás confiando la fe del Estado, la defensa de los ciudadanos, el interés de la sociedad, tiene al menos idea de lo que va a hacer. Todos aprenden sobre la marcha, al ahí se va.
Lo dejo con la respuesta de una actuaria, en ese entonces recién nombrada, que al ser cuestionada por sus antiguas compañeras "obreras" sobre cómo le iba en su nuevo cargo, sólo atinó a decir: "Pues ahí voy, total, echando a perder se aprende". Acabáramos.