viernes, 26 de octubre de 2012

Del Brazilian Jiu Jitsu y otras artes marciales.


Cuando hablamos del origen de las artes marciales, no podemos evitar remitirnos al continente asiático. La mayoría trae a su mente a China, pero en realidad, el verdadero derrotero es Japón.

Sobre la historia de Japón se ha estudiado bastante, sin embargo, existen marcadas diferencias entre los relatos de unos y otros historiadores, sobre todo, en lo que respecta a la larga guerra civil de los territorios; no obstante, todos coinciden en que una clase de guerreros pobló el Japón feudal desde sus inicios (siglos IV y III a.C.): El Samurái.

Los samuráis constituían la élite de guerreros; su función durante los distintos periodos de la historia japonesa fue evolucionando, hasta convertirse durante el periodo Edo, al fin de la guerra civil, en la leyenda que llega hasta nuestros días. 

Su técnica de combate estaba basada en el conocimiento y uso de diversas armas, como la espada (katana), el arco  (yumi) o la lanza (naginata). La dedicación del guerrero es tal, que crea una ciencia (jutsu) para cada instrumento de combate, que desarrolla casi a la perfección.

Así, en la batalla, los samuráis se enfrentaban unos a otros y en diversas ocasiones perdían sus armas, por lo que tenían que echar mano de otras técnicas que los sacaran victoriosos del combate. En este contexto se desarrolla el jûjutsu 柔術 o arte (ciencia) de suavidad.

Sobre este arte, se ha dicho que tiene su origen en los monjes indochinos que desarrollaron un sistema de combate sin armas para defenderse de los ataques que constantemente sufrían y de ahí pasó a Japón. También, se ha escrito que un guerrero chino le vendió ciertas técnicas de proyección y sometimiento a tres samuráis, quienes las desarrollaron. Otra teoría dice que un médico japonés mientras vivió en China, aprendió técnicas de combate sin armas, pero descubrió que para realizar éstas se necesitaba mucha fuerza física; después, comprendió (viendo las fuertes ramas de un cerezo romperse por una tormenta, mientras las suaves y delgadas ramas de un sauce sólo se movían) que no es la resistencia, sino la suavidad lo que daba mejores resultados.

Luego, durante el periodo de paz en Japón, conocido como Edo o Tokugawa, los samuráis dejaron de tener guerra para pelear, así que muchos se dedicaron a abrir escuelas de combate, donde enseñaban las artes marciales tradicionales como el kenjutsu (espada), kyûjutsu (arco), iaijutsu (desenvaine de espada), y claro, jûjutsu.

Como es sabido, los japoneses eran celosos de su conocimiento, por lo que se fundaron más de 150 diferentes escuelas de jûjutsu en todo Japón, cada una con técnicas únicas y exclusivas, añadidas a las básicas; por ello, no había unificación del arte e incluso, llegó a estar en peligro de desaparecer debido a la occidentalización del Japón; sin embargo, en 1882, un estudiante de jûjutsu llamado Jigoro Kano, después de haber estudiado varias formas de jûjutsu, abrió su escuela (Kodokan) en Tokyo, de lo que años más tarde fue conocido como Ju-do.

Este nuevo arte marcial se apartó del Jûjutsu, bajo dos premisas: 
1. La impopularidad del Jûjutsu, como un arte marcial originado de la barbarie de la guerra y enfocado en la aplicación de técnicas mortales, esto es, menospreciando la precisión en la ejecución, únicamente valorando el resultado lesivo.
2. La falta de principios filosófico-espirituales del arte.

Kano entendió que en el nuevo Japón, un "arte marcial" no era bien visto, y por ello creó un "camino marcial". Para él, el Judo era más que una serie de técnicas destinadas a lograr la victoria en batalla, sino que constituía  una forma de vida basada en principios taoístas que promovían el automejoramiento y el beneficio de la sociedad en general. En pocas palabras, convirtió guerreros en deportistas.

El 11 de junio de 1886, la policía de Tokyo convocó a un torneo para decidir qué "arte marcial" era superior. De 15 combates, los estudiantes de Kano ganaron 12, perdieron 2 y empataron 1. El Judo se convirtió en el arte marcial oficial de esa institución.

En 1895, un japonés de 18 años, 1.64 metros de estatura y 64 kilos de peso, ingresó al Kodokan y junto a Soishiro Satake, se convirtió en la cabeza de la segunda generación de judokas. Su nombre: Mitsuyo Maeda.

Maeda creía que la mejor forma de mostrar respeto a sus alumnos era tratarlos como si estuvieran en un combate real. Él mismo impulsó vigorosamente el Judo a través de los diversos combates que sostuvo con maestros de otras disciplinas, los cuales ganó.

A partir de 1904, Maeda, su maestro Tomita (de similares características físicas) y Soishiro Satake, comenzaron a viajar por el mundo para impulsar el Judo. En Estados Unidos, tuvieron diversos combates pero no mucha aceptación. En Europa, Maeda cobró prestigió al lograr importantes victorias en torneos de wrestiling y fue en España (1908) donde un influyente ciudadano le puso el sobrenombre con el que se le conoció mundialmente "Conde Koma". Como dato curioso, Maeda estuvo un año en México (Julio de 1909-1910), en el teatro Virgina Fábregas, donde ofrecía 100 pesos al que no pudiera tirar y 500 varos al que lo derrotara.

En su travesía por el mundo, Maeda y Satake se dirigieron a Centro y Sudamérica, encontrando a su paso a varios compatriotas a los que invitaron a unirse en la promoción de las artes marciales japonesas. En 1914, llegaron a Brazil y en 1921, Maeda fundó su primera escuela de Judo, en Belém Do Pará.

Sin embargo, en 1917, Maeda se presentó en el circo de los hermanos Queirolo, donde fue visto por Carlos Gracie, el hijo de 17 años, de Gastão Gracie, un diplomático socio del circo americano en Belém. Carlos le pidió al japonés que le enseñara el Judo, conocido también como Kano Jiu Jitsu, y éste en compensación por las atenciones de su padre, accedió.

Carlos no sólo aprendió las técnicas enseñadas por Maeda, sino también la filosofía combativa de éste, aprendida de los diversos viajes y combates que tuvo con peleadores de varias disciplinas. El Conde Koma dividió a la lucha en fases: golpeo, grappling y lucha en el suelo. Decía que la tarea de un peleador inteligente era mantener la pelea en la fase que mejor conviniera a sus capacidades físicas.

Este conocimiento, Carlos se los transfirió a sus hermanos Osvaldo, Gastão Jr. y Jorge. El menor de todos, Helio, era demasiado joven y enfermo para practicar, pero aprendió el arte únicamente viendo a sus hermanos. En 1925, abren su primera escuela en Rio de Janeiro.

A los 16 años, curado de su enfermedad y debido a que Carlos no pudo llegar al dojo para dar una clase privada a un reconocido banquero, Helio se ofreció a instruirlo; cuando Carlos llegó e intentó disculparse con el banquero, éste le dijo que no había problema y que quería seguir entrenando con Helio.

A partir de ese momento, Helio sintió la necesidad de desarrollar técnicas que fueran más acordes con su constitución física pequeña y ligera, por lo que se dedicó a modificar aquellos movimientos del Judo o Kano Jiu Jitsu que implicaran la aplicación de fuerza bruta, para que todo practicante pudiera derrotar a otro, sin importar peso o talla.

Así nació el Brazilian Jiu Jitsu. La demás historia creo que ya la sabemos.

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